En el mes de
febrero tuve la oportunidad de conocer y participar en esta experiencia
evangelizadora que aunque es originaria de Italia, rápidamente se va
extendiendo por la basta geografía de nuestra península. Oí hablar de ella a
principio de este curso con motivo de la Misión Madrid y debo reconocer que me
llamó la atención por lo novedoso del tema y lo directo del método. Y antes de emitir
un juicio sobre el tema sentía la necesidad de conocerla a fondo.
La experiencia
organizada por la Delegación de Juventud convocaba un sábado por la tarde a la gente que quisiera
participar como centinelas (anunciandores). Comenzando sobre las 6 de la
tarde, los jóvenes van llegando y hay un primer momento de compartir e irnos
conociendo. Después tuvimos una bienvenida y una breve presentación llevada
a cabo por el sacerdote responsable de Juventud. El padre Bruno nos explicó el
pasaje del evangelio que íbamos a protagonizar aquella noche:… “...
Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de
dos en dos...” (Mc 6, 7-13).
Luego nos
separamos en dos grupos aquellos que no conocían la actividad y los
repetidores. A nosotros, los primeros, nos explicaron el método o más bien las
consignas para que, en función de lo que nos fuese a tocar hacer aquella noche,
no perdiésemos el hilo conductor y le dejásemos a Jesús que llevase la
iniciativa.
Bueno, pero….
¿de que va todo esto? Se trata de escoger una iglesia en un sitio céntrico de
Barcelona, exponer a Jesús Sacramentado y salir a evangelizar los lugares de
ocio, invitando a otros jóvenes a tener un encuentro personal con Jesucristo.
Tras la charla
de formación y la cena comienza la logística en si, nos desplazamos al lugar
escogido y por grupos asumimos nuestras primeras tareas,… un enorme cartel en
la fachada anuncia “Una luz en la noche”, dentro se prepara la iglesia
para tener expuesto a Jesús
Sacramentado, también hay que crear el ambiente de oración y recogimiento
necesario: se ensayan los cantos, y un pequeño puesto de acogida en el interior
del templo.
Ahora es
tiempo de que se inflamen los corazones de los centinelas, comenzamos con una
hora santa con las puertas cerradas, pidiéndole al Señor por los frutos de esta
pesca milagrosa y por aquellos que van a recibir nuestra invitación, al
finalizar la hora santa un responsable va nombrado la misión encomendada a cada
uno:
Equipo de calle: un chico y una chica, recorrerán
una zona asignada invitando a otros jóvenes a encontrarse con Jesús en la
Iglesia, por eso en su invitación no deben faltar estas dos palabras Jesús e
Iglesia. Después de romper el hielo seguramente surja un diálogo, una
respuesta, un rechazo… es el momento de dar nuestro testimonio, por que creemos
y por que les invitamos a encontrarse con Jesús.
Equipo de acogida: están a la puerta y
dentro de la iglesia, acogen sonrientes a quienes se acercan y les preguntan
como han llegado hasta allí, empiezan a hablar con ellos, se interesan por su
historia y les invitan a hacer algo muy sencillo, escribir una pequeña oración,
para junto con una vela acercarse hasta el altar y ponerlo todo a los pies de
Jesús Sacramentado. Aquí la premisa es hacer primero las presentaciones: “….”
te presento a Jesús, Jesús te presento a …., a quien hoy has salido a su
encuentro y quien hoy a respondido a tu llamada…., se deja un momento personal
de silencio o se invita a expresar su petición en voz alta, para finalizar una
pequeña oración juntos e invitarle a coger de un cesto un papelito al azar con
una frase del evangelio, como respuesta de Jesús a la petición presentada. Acompañándoles
de nuevo hasta la puerta, les ofrecermos la posibilidad de charlar con un
sacerdote, reconciliarse con Dios, quedarse más rato en oración y/o dejarnos un
pequeño testimonio de su experiencia.
Equipo de música: se encarga de
ambientar las 3 horas en las que la iglesia permanece abierta, crean un clima
de oración con cantos y música al mismo tiempo que recitan versículos de la
Palabra de Dios, han estado ensayando desde semanas antes.
Equipo de intercesión: son el corazón
de la actividad, cada equipo de calle tiene asignado un intercesor que va a
rezar por ellos, su misión y por quienes encuentren. Dentro del templo también
con su oración y su silencio van a invitar a quienes llegan, a orar ante Jesús
y, a entrar en ese clima de recogimiento.
Acabamos nuestra
hora santa y comienza la misión ¿queréis saber que pasó? Eso será para una
segunda entrega.
(Pablo de Vicente)