Buenos días a todos y a
cada uno:
Ya estamos llegando a
final de un año, pienso que para todos, rico de vivencias, de acontecimientos
varios, entre sombras y luces. He aquí pues unas pinceladas’ congoleñas’ para
compartir y agradecer vuestro recuerdo y apoyo constante, de una u otra forma.
Los primeros meses del año vieron la partida de dos de los fundadores de la
comunidad CPCR en la RDC: el P.
Francisco Cergneux, por motivos de salud, y el Hno José Sacilotto por motivos
de edad. El primero no pudo ser sustituido en su cargo de Maestro de novicios
por lo cual se ha aplazado el comienzo del novicia-do para 4 jóvenes que
estaban en condiciones de poder empezar esa etapa fundamental para la vida consagrada.
Al Hno José lo sustituye el Hno Julio Moral, español, de Burgos, que nos ha
venido de la comunidad de Chabeuil (Francia).
Seguimos con nuestro apostolado de tandas de ejercicios ignacianos para
laicos, pero con una menor participación debido en buena parte a la crisis,
porque los países subsaharianos se resienten de la desastrosa economía mundial.
Además la política local no favorece en nada la emergencia de la clase pobre,
cada vez más miserable, frente a un pequeño porcentaje de descarados despilfarradores…
Se construye muchísimo, en alto y de calidad, en la capital congoleña. Se
importan centenares y centenares de coches nuevos y no de los baratos. Se han
arreglado grandes bulevares y avenidas pero las demás calles están casi
impracticables. Y como no cuentan las reglas de circulación, en esas avenidas se
circula a todo meter, provocando cantidad de accidentes de tráfico. No transcurre
semana sin que se nos informe de que algún conocido nuestro haya sido
gravemente herido o haya muerto brutalmente, y sin embargo conocemos tan solo a
una ínfima parte de los 12 millones de habitantes de esta megápolis.
Acontecimientos más relevantes:
- Ordenación sacerdotal del P.
Arnold Mukiele Meya, 3er sacerdote CPCR nativo. Tuvo lugar
el 29 de julio en la Catedral Ntra Sra del Congo. Tan solo eran religiosos los
ordenandos porque los futuros
diáconos y sacerdotes diocesanos serán ordenados, por el mismo Cal Arzobispo, el próximo
21 de diciembre. Estuvo presente el P.
General, con el que vine desde
Europa después de unos dos meses fuera del Congo, entre Francia, Suiza y España…
- Profesión perpetua del Hno Max-Sébastien Mapangu Makina, 1er
Hno Coadjutor CPCR nativo. Tuvo lugar en nuestra Parroquia St María de Kimwenza (a la que pertenece la
casa de formación).
- En ese
mismo día profesaba por un año el único novicio, el Hno
Toussaint Kasongo.
- Visita canónica: en el transcurso de su mandato como Superior
General, este ha de realizar en cada comunidad la llamada visita canónica a fin
de escuchar a cada uno de los religiosos personalmente, animar, y también
enderezar la vida comunitaria y apostólica.
Además, el P. General
tuvo a bien de escucharnos a todos en cuanto al proyecto del proseguimiento de la
construcción de la casa de los Cooperadores, en Kimwenza. En efecto, hasta la
fecha, somos inquilinos de los PP. Paulinos. Ya habíamos empezado a edificar en
un terreno que se nos ha concedido al lado. Pero he aquí que estando en Granada a primeros de julio, me llega la
noticia de que los PP. Paulinos necesitan reintegrar su casa, y tal como lo
estipula el contrato entre ambas partes, lo harán dentro a los seis meses de
avisarnos, o sea a primeros de enero.
Asi que tuvimos que darnos prisas en estudiar lo que necesitamos y tenemos
que edificar: tuvimos pues varios intercambios
entre nosotros a partir del plan primitivo y de la experiencia de lo ya
construido. Encuentros con el arquitecto, y con los responsables de la empresa
constructora… Finalmente recién en
octubre pudo empezar la obra faraónica que durará un mínimo de 9 meses… Vean Vdes mismos en qué punto
estamos al 18/12/12. No iniciamos aún las
fundaciones de la capilla ni las de la casa noviciado.
Viaje al interior del país.
(5-23/09/2012) Con motivo de las
primeras misas y misas de acción de gracias del P. Arnold y del Hno Max,
emprendimos un largo y maravilloso viaje con nuestra LandCruiser todo terreno:
unos 2500km ida y vuelta, hacia los confines de la diócesis de Idiofa que se
extiende parte sobre la provincia de Bandundu y parte sobre la del Kasai
Occidental. Llegamos la primera tarde a la ciudad de Kikwit. Hasta allí, por
fin hay carretera asfaltada (525km). Ruta peligrosa por las curvas, subidas y
bajadas: así, te encuentras de sopetón con camiones u otros vehículos averiados
y abandonados que ocupan buena parte de la calzada. Viajamos pues casi siempre
de día. Habría tanto para contar de
esta expedición. Estuvimos siempre a tope de personas y bultos, como suele
darse en estos contornos: ¡hay que aprovechar al máximo los escasos medios de
transportes! Antes de dejar Kikwit , compramos azadón y machete, herramientas
indispensables que nos servirían en más de una ocasión, cuando, dejado el
asfalto, nos metamos por rutas, o sumidas en arena, o regresadas al estado de
senderos forestales.
A continuación, simplemente unos flashes:
- En Mwefo I, pueblo del P.
Arnold al que este no había regresado desde hace 16 años, una solemne comitiva
vino a esperarnos a la entrada el pueblo y recorrimos varias calles hasta
llegar a la casa donde nos recibió oficialmente el clan materno del neo-sacerdote.
De ahí siempre en olor de multitudes hacia una
casa vaciada de sus habituales ocupantes, para dejarnos amplio lugar. Junto a
ella, música y bailes tradicionales toda la noche, bueno! hasta que, de
madrugada, la lluvia dispersara a la gente.
El domingo, Primera Misa al aire libre pero en amplios espacios enderezados, gracias a
construcciones con palos y cubiertos con ramas de palmeras. Duró la misa algo
más de 4 horas (de las que 3 y pico danzadas ¡) Empero la comida festiva para invitados
y notables se ‘alargó’ una media hora escasa. Habíamos aportado para la
circunstancia una garrafa de vino tinto desde Kinshasa, sino agua pura traída de
una fuente que se encuentra a una hora de camino del pueblo… El lunes por la mañana dejando al P. Arnold
entre los suyos, seguimos nuestro periplo.
- Pasamos y volvimos a pasar por Idiofa, la sede de la diócesis. Tuvimos
una muy aprovechada y provechosa entrevista con el Obispo, quien había sido
antes rector del Seminario mayor de Kinshasa donde han estudiado los dos
primeros sacerdotes CPCR. Gozoso fue desde luego su reencuentro con nuestro P.
Godé. Acercándosenos en junto al
Obispado, ¡cuánta gente al acecho de una ocasión para proseguir su ruta hacia
las profundidades de la diócesis! Imposible acceder a todos los pedidos. Sobre
todo porque no se trata sólo de personas sino de voluminosos y pesados
equipajes. Muy pocos son los vehículos en condiciones para adentrarse en las
tierras: o motos o enormes camiones. Algo además me preocupaba: vamos por etapas,
no anunciamos a tantas personas. Pero comprobé que estos eran planteos míos;
aquí esto nunca es problema, ni para comer, ni para encontrar posada. Llegamos la misma noche a Laba Mbel Mukor,
pueblo del recién profeso Hno Toussaint, el cual no había vuelto alli desde hace
8 años. Entretanto había fallecido su papá. Allí también acogida festiva:
cantos, flores, vino de palma, cacahuetes estupendos por su calidad y buen tostado.
Me estrené, es decir pasé la primera noche de mi vida, en una casa hecha
con barro, palos y con tejado vegetal. ¡Nada de importación, todo de origen y
fabricación local! Qué paz y serenidad! Al día siguiente, dejando al Hno
Toussaint en su pueblo, otra vez en la carretera. Bueno! eso de carretera… resulta palabra
mayor, pero bien que mal llegamos a Ipamu, primera sede de la diócesis de Idiofa,
gran y hermosa misión. Veníamos a recoger al Arcipreste, A. François, un
sacerdote que fue párroco del Hno Max. Su amena compañía nos va a ser preciosa.
Conoce bien toda la comarca que tenemos que cruzar. Marchamos después de comer,
esperando llegar a la etapa prevista al final de la tarde, pero una tormenta organizó
un fuego artificial impresionante delante nuestro y como nos íbamos a encontrar
con unas pendientes de mucho cuidado y en tierra arcillosa, nos pareció
prudente parar-nos… Sí! pero dónde… y
todos los que vamos. Menos mal, al A. François le pareció que el pueblo cercano
de Yamba Yamba podría resolvernos la pape-leta. Salimos de la ‘ruta principal’
(¡qué bien suena!) y nos metimos, no diría campo a través sino por un sendero del
todo apto eso sí para motos y bicis… Lloviznaba
en la noche tan solo iluminada al este por algunos relámpagos. De pronto, ¡alto!
Un mango se ha acostado, atravesado, y nos impide proseguir. ¿Dónde esta-mos? Hacemos
sonar la bocina, en la oscuridad. Al rato se acerca un hombre bien abrigado, se
entera de quienes somos y nos invita a acercarnos con el vehículo, y nos indica
por donde, hacia una casa que apenas adivinamos a unos 30m. Pues créanme, no
pasó siquiera una hora que ya estábamos sentados en torno a una abundante cena
caliente –no hay corriente eléctrica- y que tenían preparadas habitaciones
decentes para cada uno en distintos lugares cercanos. Al día siguiente, miércoles,
hubiera sido Navidad, Pascua, Pentecostés o todas las solemnidades a la vez, que
no hubiéramos tenido una Misa así de festiva, cantada y concurrida como en
aquella modesta iglesia de pueblo donde tan solo tres o cuatro veces al año se
celebra misa. Después, no faltó un copioso desayuno antes que nos dejen, mutuamente
agradecidos, reemprender el camino. ¡Bendita tormenta amenazadora que nos
permitió experimentar tan espléndida hospitalidad. ¡Hay gente a la que Mt 25,
34-40 les va a venir de perla en el día supremo!
En los pueblos por los que pasamos,
acuden, de las pocas casas, decenas de niños convocados por el ruido del motor,
y curiosos al observar la presencia de un Blanco, muchos por primera vez en su
vida. Algunos huyen cuando los miras, otros se acercan o como esta niñita, no
sabes por qué, le agarra un dedo y no lo quiere soltar. ¡Qué porvenir para
estos niños, la mayor parte de esos poblados sin escuela o con una escuelita
donde hacen de maestras unas chicas del lugar, con tan buena voluntad como poca
letra!
En las proximidades de Mapangu/Brabanta, entramos en una muy extensa
plantación de palmeras de aceite, cuya producción industrial da trabajo a miles
de personas de la comarca. Mapangu está repartida en dos núcleos : la ’cité’ y
la misión. La misión, a parte de los edificios parroquiales en bastante mal
estado abarca un gran liceo y un colegio, con internados donde acuden centenares de chicos y chicas
que vienen a veces de la misma capital:
En efecto, padres responsables que habitan Kinshasa prefieren que sus hijos
tengan una mejor y más sanas preparación estudiando lejos de las seducciones y
solicitaciones de todo tipo que brinda la capital.
De Mapangu, saldremos a la mañana siguiente, hacia el sur. Cargamos con
todo lo indispensable para la fiesta en el pueblo del Hno Max, última etapa de
nuestro viaje de ida que llegaremos después de muchas peripecias. Al principio,
mientras cruzamos la plantación, ruta pasable. Luego nos adentramos en la
selva, la antigua ruta ha menguado tenemos que meter por senderos. Se nos avisa una vez que más adelante un gran
árbol ha caído e imposibilita el transitar. Gracias al A. François reclutamos
unos `leñadores’ para ayudarnos a quitar el obstáculo. Llegamos a Mikope
pueblo, donde muchos hacen fiesta a algunos de los ocupantes del vehículo, sus
parientes a los que no han visto desde años. De Mikope pueblo a Mikope misión,
por campo a través entre hierbajos y arbustos, grandes bajadas y otras tantas
subidas, anochece. ¿Cómo pueden saber adónde nos dirigimos? Sin embargo
llegamos. Retretes y duchas como siempre al exterior y de campo… pero frente a
necesidades imperiosas, uno se adapta.
A la mañana siguiente, visitamos la misión, su hospital, sus escuelas y su campo
de trabajadores, todo muy decaído desde que se
marchó una Sra Belga que dio y se dio mucho… Tuvo que ir a realizar su
proyecto en otro lugar, colmada aquí de despre-cio e ingratitud, por parte de
algunos que querían hacerse con todo.
Para llegar a Dibanga, a unos 45 km por ruta, comentaban que en una hora
escasa se podía llegar. En la parte de sabana, sí que pudimos correr, pero al
llegar a la selva, creíamos no poder proseguir en algunos tramos. Tuvimos que
hacer un alto en el camino para saludar al jefe/rey de la tribu a la que
pertenece nuestro Hermano, y obtuvimos de poder sacarnos una foto-recuerdo.
Caía la tarde cuando llegamos a la entrada del
pueblo. Aquí también qué festejo, los Kimbanguistas con sus instrumentos de percusión
y de música, y mucha gente nos esperaba. Cruzamos el pueblo hasta la casa hecha
expresamente para nosotros, una gran hermosa casa hecha toda (en 3 días)de
productos del lugar. ¡Qué atenciones para que estuviéramos a nuestras anchas!
Nunca escaseó el agua para la ducha,
pero había que traerla desde una fuente situada
a una hora y media del pueblo, andando por supuesto. La noche fue
animada con danzas expresando cada uno algún proverbio, algún dicho de la
sabiduría ancestral. Nunca había visto bailar así, eran casi todos hombres y
hasta personas mayores traduciendo un sentido contenido con gestos y movimientos donde actuaban todos
los músculos de pies a cabeza al ritmo variado de los tam-tams. Al día
siguiente por la mañana, tuvimos el privilegio de presenciar unas danzas
realizadas por hombres con vestidos y máscaras, conservadas desde una tradición
inmemorial. Luego tuvimos la celebración festiva de la Eucaristía al aire libre,
acción de gracias jubilosa por el don del Hno Max a Dios, a la Iglesia y a
nuestra Congregación. Le pusieron el
insigne casco-corona del jefe en su cultura. Los cele-brantes y
monaguillos estuvimos en alto sobre una estrada construida a base de
termiteras. Varias veces se me hundió la silla en esa tierra poco firme. Y fui
rescatado. Por la tarde siguió la fiesta con las danzas tradicionales. El lunes por la mañana tuvimos que marchar ya,
muy a a pesar nuestro porque a mí me hubiera gustado visitar los alrededores,
donde hay grandes lagos y posibilidad de ver grandes animales. Otra vez será. Logramos
la proeza de llegar a Mapangu por la noche, y nos quedamos en ese lugar tres
días porque desde allí podía participar por internet o teléfono al Consejo
general.
En el viaje de vuelta ‘recuperamos’ al Hno Toussaint, al P. Arnold así como
familiares de este que regresaban con nosotros a la capital. Volvimos a casa,
cargados de presentes: 3 cabritos, una
ovejita, abundante verdura, asi como los regalos artesanales ofrecidos en cada
lugar a los homenajeados. En el recuerdo y desde el corazón, una inmensa
gratitud al Señor de todas las cosas y de todos los hombres, por haber podido
vivir esa expe-riencia, esos encuentros, esa toma de conciencia de la realidad
viva e interpelante de un pueblo valiente, generoso, pero en la práctica
abandonado. Me he alargado mucho con lo del viaje. A medida que iba escribiendo,
se me actualizaban tantas vivencias que no he sabido transcribir sino muy
parcialmente.
Quiero terminar relatando algo del último acontecimiento la celebración del
10º aniversario de la implantación de los CPCR en la RDC. Os traduzco el SMS
que acabo de recibir de un ejercitante, el Sr. Martin Kabasele: “P
Ivo, buenos días, sufra Vd que venga a reiterar mi enhorabuena por el
éxito del 10ª Aniv. CPCR. Resultó magnifico por el decoro y esa Misa mayor tan
bien celebrada. Record absoluto sobrepasado. Feliz Navidad a todos.” 10 años ya.
¡Cuánta siembra! Pero fruto desproporcionado, para que bien viéramos que no era
obra nuestra, sino que Dios se ha valido de nuestra pobreza para hacer
fructificar una misión que El mismo ha proyectado y hecho posible por su gracia
y en su Providencia. El P. General que había estado en julio-agosto, quiso ser
representado por dos de sus consejeros, representando a España y a América del
Sur. También aceptó su invitación la M. General CPCR que vino acompañada por su
consejera argentina. Un Hno francés, dos
laicos franceses (padre e hija) así como un laico español completaron la
comitiva venida de otros continentes. Nos habíamos preparado para este magno
evento, pero hubo muchos fallos. La
última semana tuvimos todo tipo de percances, y con la meteo muy caprichosa más
bien lluviosa en ese período del año. Ultima tormenta por la mañana del domingo
de la fiesta a las 7 de la mañana. Aquí al llover la mayor parte del tráfico se
paraliza. Pues, bien, el sol venció a las nubes y todos los que quisieron
pudieron venir. Calculábamos, siendo muy optimistas, que pudieran participar
unas 700 personas. Pues bien, en la Misa de 11, la nuestra,tercera y última de
la mañana, había más de 1200 personas, y no creo que los parroquianos pasaran
de 300. Escogimos para nuestra celebración la iglesia parroquial de San Alberto
el Grande, consagrada por el Sr. Card. Arzobispo quince días antes. El amplio y
luminoso templo, el coro “Los ruiseñores”, uno de los cinco mejores de la Capital,
la presencia de varios sacerdotes y religiosos amigos concelebrando, y el
uniforme CPCR impreso para la circunstancia todo dio un gran relieve a ese día
histórico. Se han reforzado los vínculos dentro de la gran familia CPCR que
abarca a los religiosos CPCR, a los laicos y sus familias, que ya han
beneficiado del carisma del P. Vallet. Se ha dado a conocer nuestra familia
religiosa de modo más amplio, gracias no sólo al ‘pagne’ sino gracias a las
emisiones tanto radiadas como televisadas de la RTCE (Radio-Televisión-Católica
Elikya -espérance-) que antes del acontecimiento han ido informando y preparando los ánimos y han ofrecido luego un amplio eco de la celebración.
Tenemos todavía programado un documental que retrase los 10 años de nuestra
misión en la RDC.
Después de este recorrido por nuestro año 2012 en la
RDCongo, no me queda sino agradeceros vuestro apoyo a todos los niveles y a
desearos unas santas y felices fiestas navideñas y un Año 2013 con fe
acrecentada para alabanza de la Trinidad bienaventurada y felicidad solidaria y
compartida en los que Ella ama inmensamente. Un fuerte y fraternal abrazo para
todos y cada uno.
P. Ivo Bochatay cpcr.