jueves, 18 de abril de 2013

Conociendo a los cooperadores parroquiales, hoy entrevistamos a.... Marc Passas






1.       ¿Cómo definirías sintéticamente la vocación religiosa, el ministerio presbiteral y la vocación cpcr?
La vocación religiosa no se entiende sino dentro de la relación con Cristo: Él llama a quien quiere como ha llamado a los Apóstoles (cf. Mc 3, 13). Esta elección de Jesús hace entrar al que le responde, dentro de una intimidad de predilección que le pone también dentro una relación diferente con los otros: hace parte de estos “otros que por amor al Reino de los Cielos, han descartado la posibilidad de casarse ¡ Entienda el que pueda ¡“. Se entiende poniendo el oído a la voz del amor de Cristo.
El ministerio presbiteral es la participación al único sacerdocio de Cristo. Todavía, es una elección de Jesús “para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar a los demonios” (Mc 3, 14-15). Está elección es la de uno para todos: el que entiende y responde a esta llamada entra dentro el movimiento del don de Aquél  que dice: “no hay amor más grande que éste: dar su vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
En  cuanto a la vocación de Cooperador, ésta tiene algo de la llamada de Juan Bautista que dice: ”me mandaron delante de Él. Alguien tiene la novia y es el novio, pero el padrino del novio está a su lado y se alegra con oír la voz del novio. Por eso mi alegría es perfecta: es necesario que Él crezca y que yo disminuya” (Jn 3, 28-30). Participamos de  este gozo dando los Ejercicios Espirituales a los hombres y acompañándoles hasta Cristo y las parroquias: somos testigos privilegiados de su entrada  en el Reino de Cristo.

P. Marc Passas

2.      ¿Qué misión desempeñas en la congregación?
Hasta el mes de marzo 2013, tenía la misión principal de estudiar. Tenía también algunas tareas a nivel del apostolado pero como en un segundo plano. Después un tiempo de renovación espiritual con otros hermanos de la Congregación, van a pasar con otras al primero  plano.

3.      ¿Cuáles son a tu parecer, los grandes desafíos en la evangelización de Francia en la hora actual?
Para responder a esta pregunta, quiero esperar la repuesta de la Iglesia al Sínodo sobre la Nueva Evangelización, si viene. En la diócesis de Valence, el obispo va abrir próximamente un sínodo diocesano sobre la misión en la diócesis. Tendremos que participar a nuestro nivel para escuchar y proponer una repuesta según nuestro carisma a nivel diocesano. Quizás nos ayudara también como una indicación para una adaptación de nuestros ministerios.

4.      ¿Cómo colaboras con la parroquia y la diócesis?
Hasta ahora poco. Tenía algún encuentro con jóvenes de la parroquia  trabajando con Youcat pero fue algo muy alterno y no seguido. Con las Cooperatrices, intentamos seguir en contacto con sacerdotes de la diócesis que trabajan con jóvenes. A mi vuelta a Francia, empezaré a colaborar en el equipo diocesano de la pastoral familiar.

5.      Acabas de terminar tus estudios teológicos. ¿En qué has estado trabajando últimamente?
Tuve la gracia de estudiar en su conjunto, un texto de san Ignacio conocido con el título de Autobiografía. Me permitió entender algo más en profundidad el camino de san Ignacio.

martes, 16 de abril de 2013

Una bendición de 90 años


El hermano Ángel Poveda cumple hoy "sus primeros noventa años" como él mismo dice. Sin ninguna duda es toda una bendición, no sólo que los cumpla, sino para todos los que estamos a su alrededor, porque es todo un ejemplo a seguir. Ahí donde le veis, recibiendo una felicitación por teléfono, Ángel Poveda sigue dando el curso bíblico cada semana en la parroquia Ntra. Sra de las Delicias, en el barrio madrileño de Delicias, yendo en transporte público, y preparando cada sesión con la misma ilusión o más que el primer día. Cada mañana hace de cartero de la casa Cristo Rey, va a la oficina de Correos, a llevar las cartas y envíos, y a recoger lo que llega. Ahora que empieza el buen tiempo, comenzará a trabajar en el jardín, cuidando con cariño de las flores. Cumplir 90 años, no implica quedarse quieto, sobre todo si hay ilusión.
 
Nació en Viso del Marqués, Ciudad Real, el 16 de abril de 1923. Sus padres Juan José y Mª. Francisca, siempre vivieron en el pueblo toda su vida. De ellos recibiste la transmisión del don de la fe. Ángel estuvo en el pueblo hasta los 23 años, cuando se fue al ejército, para cumplir con el servicio militar que entonces duraba 3 años. A continuación, hizo las oposiciones a Correos, e ingresó en la oficina de Getafe en el año 1950. Después de tres años, ingresó en los Cooperadores. Por cuestiones de salud, volvió al servicio de Correos. Aún así siguió viviendo en la comunidad de los Cooperadores. En ese tiempo, fue uno de los primeros miembros de la oficina de Correos de Pozuelo de Alarcón. A los 88 años hizo los votos religiosos, el 19 de junio de 2011, con gran alegría en toda la comunidad cpcr.  Desde el año 1961 sin interrupción, da el curso bíblico en la parroquia de las Delicias. También ha pasado algunas temporadas en la casa cpcr de Rosario.
Os dejamos esta pequeña entrevista con él.
P. ¿Qué te llamó la atención de los Cooperadores para querer entrar en la congregación?
R. Es más sencillo de lo que parece, me entró el gusanillo de la vida religiosa, y el párroco de Getafe me dijo “mira a ver qué te parecen los Cooperadores”. Hice los ejercicios espirituales de San Ignacio, y me quedé. Parafraseando al salmista puedo decir “El Señor ha estado grande conmigo y estoy muy alegre” (Salmo 126).
 
P. ¿Qué destacarías del carisma de los Cooperadores y del P. Vallet desde tu experiencia?
R. En aquellos tiempos, en los años 50, estaban muy en boga los Ejercicios Espirituales, y los Cooperadores para mí eran muy fieles a estos, que iban muy a mi favor por mi manera de pensar. Desde mi experiencia y viendo la gran cantidad de hombres que han pasado por las tandas de Ejercicios, y que aún hoy en día los conozco perseverando en la fe, es un gran don.
P. ¿Qué se siente al hacer los votos religiosos con 88 años?
R. Es tan sencillo que uno cree que los votos los ha hecho a los 17 o 18 años máximo. En este caso, Dios da las gracias en el momento oportuno, aunque las tenga reservadas desde hace tiempo, y parezca que llegan con retraso, pero son unas gracias que producen una alegría inexplicable.
P. ¿Qué le dirías a la gente que se siente mayor, triste, o sin esperanza?
R. Yo no comprendo que haya gente mayor, que tenga una edad que se sienta viejo, lo que se suele decir a la gente mayor que es un viejo. Con toda verdad, creo que un cristiano nunca es viejo, si tiene a su favor al Dios de la vida. Lo digo desde mi humilde experiencia. A mis primeros noventa años, no me considero viejo. Sin mentir, puedo decir  que me considero un hombre joven, ya que seré inmortal, ya que la vida del cristiano no muere, se transforma.
 
 
 
 
 
 

lunes, 8 de abril de 2013

Y al tercer día resucitó

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este artículo de nuestro credo católico da sentido pleno a nuestra fe cristiana..
 
¡Jesucristo ha resucitado, aleluia! Esta es la Pascua; el paso la muerte a la vida. De una vida de pecado, pasible y mortal, a una vida nueva de gracia e inmortalidad.
La resurrección de Jesucristo de entre los muertos, es el fundamento que sostiene toda nuestra fe cristiana.
 
Dice San Pablo:"Si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía es vuestra fe.¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron." (1Co 15, 14. 20).
 
La Pascua de Jesucristo es el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Es su triunfo, su victoria y su gloria, Subió a los Cielos y está sentado a la derecha del Padre.
 
Pero Cristo es nuestra Pascua. Su Pascua es también la nuestra, y es prenda de nuestra victoria y nuestra gloria.
 
Los cristianos vivimos nuestra pascua ya en esta vida presente. Pascua temporal, preludio de la eterna. Incorporados a Cristo por el Bautismo, vivimos nuestra pascua muriendo y resucitando. Como nos enseña San Pablo, hemos de morir continuamente al hombre viejo (que sufre las consecuencias y las secuelas del pecado) para resucitar al hombre nuevo, configurado a imagen y semejanza de Cristo resucitado y glorioso. Se puede decir que la vida del cristiano ha de ser una continua muerte-resurrección en Cristo Jesús. Este es nuestra pascua en esta tierra, hasta que en más allá podamos disfrutar y gozar definitivamente de la pascua eterna.
 
Nuestra resurrección será distinta de las que conocemos en la Escritura, Cuando al rezar el Credo decimos: "creo en la resurrección de los muertos", nos referimos a un estado de vida totalmente distinto del de nuestra vida terrena. No será una resurrección como las que leemos en el Evangelio: la resurrección de la niña de Jairo, o la del hijo de la viuda de Naín, o la resurrección de Lázaro. Estas personas volvieron a la misma vida que tenían antes de morir, y murieron definitivamente cuando les llegó su hora. Nuestra resurrección será a imagen y semejanza de la de Cristo.
 
El Cristo resucitado que se aparece a los Apóstoles, ya no vive con ellos como antes.
 
El que estaba con ellos antes (aun siendo Hijo de Dios) era un Jesús terrestre y mortal. El Jesús resucitado que se aparece a sus discípulos, es un Jesús celeste e inmortal. Resucitó para nunca más morir, creemos que en nuestra resurrección se nos dará también un cuerpo semejante al suyo, como dice San Pablo:"Pero nosotros somos ciudadanos del Cielo, de donde esperamos como Salvador al señor Jesucristo, el cual transfigurará nuestro pobre cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas." (Ef 3, 20-21).
 
Teniendo pues en nosotros este germen de vida eterna que nos llevará a la resurrección, cuando la gracia se transforme en gloria, vivamos la exhortación del Apóstol: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra.(Col 3, 1-2).
 
Elevemos continuamente nuestra mirada al Cielo. Todos nuestros problemas y todas las crisis habidas o por haber, son siempre a ras de tierra. Cuando elevamos la mirada hacia arriba, todo se relativiza y se atenúa. Levantemos el corazón. ¡Arriba, arriba! Que estamos hechos para algo mucho más grande y mejor que todas esas bagatelas de aquí abajo, que nos llevan tan de cabeza y al retortero. ¡Arriba, arriba fijos los ojos en Jesús glorioso, primicia de todos los que están con Él glorificados, y que ya nos tiene un lugar reservado en el Cielo y nos está esperando.
 
¡Arriba, arriba, porque su Pascua gloriosa es prenda y garantía de la nuestra!
 
¡Arriba, arriba, porque Jesucristo ha resucitado. ALELUIA!
 
P. Pedro Cura Lluviá cpcr.